El biodiesel producido en la región presenta una oportunidad única para aumentar la autosuficiencia energética - Sin embargo, la actual ley de biocombustibles arrastra imprecisiones y vacíos que le han impedido, hasta ahora, constituirse en estímulo para invertir en el consumo interno
A principios del siglo XX, el ingeniero alemán Rudolph Diesel pronosticó: “El uso de aceites vegetales como combustibles y fuente energética podrá parecer insignificante hoy, pero con el curso del tiempo será tan importante como el petróleo y el carbón”. Corría el año 1912 cuando Diesel implementó tempranas versiones de una máquina que utilizaba aceite de maní como energía. Y no se equivocaba: razones de peso como las crisis energéticas y el agotamiento gradual de las reservas de petróleo, las superproducciones agrícolas y la preocupación por el medio ambiente, han llevado a desarrollar energía a partir de recursos renovables. Son los llamados “biocombustibles”.
El término, que se refiere a las sustancias obtenidas a partir de materias orgánicas renovables que pueden usarse como combustible, comprende a grandes rasgos la tríada bioetanol, biogas y biodiesel. Y es este último el que ha resultado ser la vedette de los anuncios del gobierno santafesino de un tiempo a esta parte, posicionando a la región como polo productor de biodiesel obtenido a partir de soja.
Basta observar la distribución georgráfica de los principales procesadores del complejo oleaginoso para identificar que el Gran Rosario, por su posición estratégica, concentra actualmente la mayor parte de las plantas de aceite y de biodiesel: Timbúes, Puerto General San Martín, San Lorenzo, Rosario, Villa Gobernador Gálvez y General Lagos han visto florecer en los últimos años cuantiosas inversiones de capital extranjero para desarrollar la industria de lo que, afirman, será la opción energética del futuro. Esto sin mencionar otros proyectos que ya están en marcha, como los de instalar plantas productoras en Chabás y Esperanza.
Aunque hasta el momento, el biodiesel producido en el país es sólo de exportación y, paradójicamente, no alcanza a cumplir las normas internacionales establecidas para este producto.
Luces y sombras de la ley
A estos dos problemas se refirió el Lic. en Química Tadeo Wiecko* en diálogo con 30N. Por un lado, explicó que “el biodiesel generado a partir de soja, por tener un alto índice de acidez (contenido en los ácidos linoleicos del poroto), está fuera de las normas europeas para fabricación de biodisel. De manera que no se puede usar en forma pura ni mezclado con gasoil en los motores europeos. Por eso al producto exportado de Argentina, los europeos deben mezclarlo necesariamente con colza, que es la materia prima más utilizada en ese continente para fabricar biodiesel: 80% de colza y 20% de soja es lo exigido allí. Esa es la razón por la que Bunge tiene, por ejemplo, una planta de biodiesel de colza en Polonia y otra de soja aquí en Terminal 6 (en Puerto General San Martín)”.
Por otro lado, el hecho de que se produzca biodiesel cien por ciento de exportación responde, según Wiecko, a que aún no está regulado el consumo interno para el país. Si bien en 2006 se aprobó la ley nacional Nº26.093 sobre biocombustibles que establece la obligatoriedad de mezclar nafta y gasoil con un 5% de biocombustibles a partir de 2010, ésta adolece de ciertas consideraciones fundamentales según apuntó el profesional en la materia. “Ningún inversor va a arriesgar su dinero si la ley no es clara. Primero, ¿cuál será el impuesto?; eso la ley no lo dice. Segundo, quiénes van a participar en el negocio, porque los productores querrán saber a quiénes venden su producto, cuánto le van a pagar y quién va a regular el precio. Tercero, cómo y quién va a controlar la calidad: no hay un solo laboratorio en Argentina que pueda hacerlo, es decir que alguien puede vender cualquier cosa con aspecto de biodisel y le arruina el auto a otro. Entonces, la ley está, pero por el momento no es más que una expresión política de deseo”.
Complementaria a la nacional es la Ley Nº 12.692 que la provincia de Santa Fe aprobó para su territorio, también en el año 2006. Si bien agrega incisos que buscar cubrir algunos vacíos de la normativa nacional para biocombustibles, ésta tampoco define cómo será la comercialización. En otras palabras, tampoco establece cómo hacer operativo lo que propone.
Teniendo en cuenta que el sector productivo de biodiesel debería contemplar tanto a las grandes firmas agroexportadoras como a las pymes y medianas empresas, y a las pequeñas o microemprendimientos, la legislación para estos tres sectores claramente diferenciados debería ser distinta. Así, quien produce su propio biocombustible para consumirlo no puede tener el mismo régimen de aprobación que el de una planta para comercializarlo ya que son diversos los criterios de control y los fines productivos.
Un reemplazo imposible
“Un B20, es decir una mezcla de 20% de biodiesel y 80% de gasoil, implicaría un 28% de la cosecha de soja del país, pero si tuviéramos que implementar biodiesel al 100% (lo que se conoce como B100) no alcanzaría la cosecha de soja de toda la provincia de Santa Fe. Es decir que, pensar hoy en día que podría reemplazarse el gasoil en su totalidad por biodisel, es demasiado hipotético, es una ilusión. No habría soja, habría que importarla y por lo tanto no sería negocio”, manifestó Wiecko a 30N
Pensando en una microeconomía
Además de tratarse de una energía “limpia” con respecto al gasoil y ser biodegradable, los beneficios de implementar el consumo de biodiesel para uso interno serían notables teniendo en cuenta que disminuiría la importación de gasoil y los trabajadores tendrían la tranquilidad de disponer de combustible en forma ininterrumpida. Wiecko propone apuntar al uso social: “Sería interesante su aplicación en microeconomías como cooperativas agrícolas, empresas de transporte, calefacción para las escuelas, etc. Hay que tener en claro que el biodiesel para motores es sólo una parte del uso que éste permite; otra parte importante es su utilización como combustible en general. De este modo, podría aportar energía para las calderas de panaderías, y es sólo un ejemplo. No sería negocio, en cambio, que el biodiesel fuera explotado sólo para beneficio propio o privado. El gran aporte social vendría dado por organizar un sistema para el consumo local que sea beneficioso para todos. Esto movilizaría toda una región, movería las industrias, crearía otras fuentes de trabajo”.
Formarse en Rosario
Este año, el Instituto Superior Nº 4017 Immanuel Kant de la ciudad abrió la inscripción para la Tecnicatura Superior en Biocombustibles. La carrera, de tres años de duración y con título oficial, busca capacitar técnicos para la industria del biodiesel. El plan abarca las nuevas tecnologías, logística, reglamentaciones, funcionamiento de los mercados internacionales de cereales, aceites y combustibles, procesos químicos y aplicaciones con el clima y la biodiversidad entre otros.
Para más información, dirigirse a 1º de Mayo 2143, planta alta. Tel. 4820517. E-mail: institutokant@arnet.com.ar.
*Tadeo Wiecko, Lic. en Química egresado de la UNL, dictó en Rosario varios seminarios sobre Biodiesel. Para más información sobre el tema, dirigirse al site www.rubrosoja.com.ar.
30Noticias - Por Carolina Olmos
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario