-El pasado verano hablaba del auge de los biocombustibles y del progresivo encarecimiento del precio de los alimentos. La realidad le está dando la razón. ¿Qué consecuencias puede traer este nuevo ciclo para comunidades como Asturias?
-Francamente, no muy distintas, en términos generales, a las que tendrá el alza de los precios en otras comunidades autónomas. No debemos olvidar que los biocombustibles, que en estos momentos están sujetos a todo tipo de críticas y presiones de los grandes lobbies petroleros, no representan en toda Europa porcentajes tan significativos como en Estados Unidos.
-¿Entonces no han contribuido a la crisis de precios de los alimentos?
-En sí mismos no, desde luego. En todo caso, en Asturias puede tener futuro una eficiente utilización de la biomasa.
-¿Qué tipo de combustibles podría producir esa biomasa?
-Pues etanol o biodiésel.
-¿Se imagina un futuro con escasez de alimentos en España?
-Francamente, no me lo imagino, al menos en unas cuantas generaciones. Pero sí debemos tener en la cabeza que hay más de 800 millones de personas en el mundo que pasan realmente hambre.
-Pero ese problema va más allá de cuestiones puramente agrarias, ¿no cree?
-Ése es un problema ético y social que una sociedad como la europea, que afortunadamente está instalada en otros niveles, no puede olvidarse nunca. Ya dije en alguna ocasión que nos hemos instalado en la cultura de la abundancia de alimentos. Eso nos ha llevado a tirar el pan que sobra y a despilfarrar muchos recursos.
«Los biocombustibles no suben los alimentos»
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