Científicos de Estados Unidos abogan por una producción sostenible de biocombustibles

| martes, 15 de enero de 2008
La Sociedad Ecológica de América (ESA en sus siglas en inglés) ha dado a conocer en un documento los principios que se deben asumir para que los biocombustibles sean considerados plenamente sostenibles y contribuyan a reducir la dependencia de los combustibles fósiles y las emisiones de dióxido de carbono.

La Sociedad Ecológica de América es una organización profesional que agrupa a cerca de 10.000 científicos comprometidos con el avance y la difusión de la ciencia en el campo de la ecología y con su aplicación a la protección y conservación del medio ambiente. Su última aportación ha sido la publicación del documento La sostenibilidad de los biocombustibles. En él se afirma que el método actual de producción en Estados Unidos, que es extrapolable al resto del mundo, “degrada los recursos naturales y le impide presentarse como una alternativa viable”.

El modelo de producción, basado principalmente en el monocultivo de maíz para la fabricación de bioetanol, es visto por la ESA como un modelo que “perjudica la tierra y los recursos hídricos y solo resulta rentable gracias al sistema de tarifas e impuestos del que se beneficia”. Y avisan que si se prevalece con la llegada de los biocombustibles de segunda generación combinado con los actuales, los problemas se mantendrán si no se asumen algunos principios de sostenibilidad.

Tres principios para considerar como sostenibles a los biocombustibles
El principio inicial está basado en el balance positivo entre la energía consumida y la producida. Según la ESA, en Estados Unidos la asunción del sistema imperante en la agricultura intensiva conlleva una serie de impactos (uso masivo de fertilizantes y plaguicidas químicos, alto consumo de agua, erosión del suelo, contaminación de aguas subterráneas, pérdida de biodiversidad) que impiden que salga un balance positivo, por lo que se debe apostar por otro tipo de cultivos.

El segundo principio avanza algo en este sentido, ya que plantea pensar tanto en maximizar las cosechas como en conservar los “otros servicios” que proporciona la tierra. Para ello proponen no utilizar fertilizantes en algunas praderas pensando en que se conseguirán bajas producciones a cambio de otros beneficios, como evitar o limitar inundaciones, reducir el riesgo de plagas, mantener el nivel de las aguas subterráneas y asegurar la calidad del agua por la ausencia de pesticidas”.

Por último, la ESA aboga por una agricultura de escalas, es decir, que la producción se amolde a las particularidades locales, regionales y globales, y no solo a esta última y se favorezca el desarrollo de biocombustibles procedentes de varias fuentes.

Más información:
www.esa.org

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