Dos futuros energéticos Jeroen van der Veer

| martes, 5 de febrero de 2008
Para el año 2100, el sistema mundial energético será radicalmente distinto. Las fuentes renovables de energía, incluidas la solar, eólica, hidroeléctrica y los biocombustibles, así como la energía nuclear, constituirán una parte importante de la ecuación.

Sin duda el futuro distante parece prometedor, pero mucho dependerá de cómo lleguemos a él. Para ello hay dos rutas. Llamemos a la primera Scramble (Carrera): como en un rally por un desierto montañoso, habrá emoción y una intensa competencia. Sin embargo, la consecuencia será una menor velocidad de los corredores, y muchos choques en el camino.

El escenario alternativo bien puede ser llamado Blueprints (Anteproyecto). Nos hace pensar en una carrera prudente, con arranques en falso que obligan a todos los corredores a regresar a la meta, y que se desarrolla en un camino en construcción. Llegar sanos y salvos a nuestro destino final depende de la disciplina de los conductores y del ingenio de todos los que estén implicados en la construcción.

El predicamento que enfrenta el mundo actual limita nuestro espacio de maniobra. Después del 2015 las reservas de petróleo y gas a las cuales tenemos fácil acceso no podrán mantener el paso del crecimiento de la economía y la población.

Como resultado, no tendremos más opción que integrar otras fuentes de energía; renovables, sí, pero también más energía nuclear y combustibles fósiles no convencionales, tales como arenas bituminosas. El uso de más energía se traduce en mayores emisiones de CO2 en una época en la que el cambio climático se ha convertido en un tema crítico.

En el escenario Scramble, las naciones buscan asegurar recursos energéticos para su propio abastecimiento, temiendo que la seguridad energética es un juego de suma-cero en el que hay ganadores y perdedores. El uso de carbón y biocombustibles de origen local aumenta rápidamente. Los tomadores de decisiones optan por el camino que ofrece menos resistencia y le dan poca atención a la reducción del consumo de energía, hasta que el abastecimiento empieza a escasear. Las emisiones de gases de efecto invernadero no son abordadas de manera seria hasta que producen graves consecuencias que desencadenan reacciones políticas. Dado que las respuestas llegan tarde, tienen que ser severas y conducen a incrementos y volatilidad en los precios de la energía.

El escenario Blueprints resulta menos doloroso. Surgen coaliciones para enfrentar, mediante la cooperación internacional, los retos del desarrollo económico, la seguridad energética y la contaminación. A nivel local se genera gran innovación, ya que las grandes ciudades desarrollan relaciones con la industria para reducir las emisiones locales. Los gobiernos nacionales introducen estándares de eficiencia, impuestos y otros instrumentos de políticas públicas para mejorar el desempeño ambiental de edificios, vehículos y combustibles para el transporte.

Las políticas públicas alrededor del mundo convergen. Los mecanismos de comercio de derechos de emisión cap-and-trade que establecen un precio a los costos de las emisiones industriales de CO2, obtienen una gran aceptación internacional. A su vez, los incrementos en el precio del CO2 aceleran la innovación y generan grandes avances. Un creciente número de automóviles funciona con electricidad o hidrógeno, mientras que instalaciones industriales son equipadas con tecnología para capturar y almacenar en el subsuelo CO2.

Manteniendo estos dos escenarios en mente, el hecho es que no será sino hasta dentro de algunos años cuando sabremos si la Declaración de Bali sobre el cambio climático quedará sólo en palabras o será el principio de los esfuerzos para dar respuesta al problema. Mucho dependerá de cómo evoluciona la posición de China, la Unión Europea y Estados Unidos.

Al enfrentar la necesidad de manejar el riesgo climático en beneficio de nuestros inversionistas y de futuras generaciones, en Shell concluimos que los resultados del escenario Blueprints plantea el mejor balance entre economía, energía y medio ambiente.

El escenario Blueprints sólo se llevará a la práctica si los tomadores de decisiones adoptan un esquema global de comercio de derechos de emisión y promueven activamente la eficiencia energética y las nuevas tecnologías en cuatro sectores: generación de calor y energía, industria, transporte y construcción.

Las empresas pueden sugerir posibles rutas para llegar ahí pero los gobiernos están en el asiento del conductor. Son ellos quienes determinarán si debemos prepararnos para una amarga competencia o para un verdadero esfuerzo en equipo.

Presidente de Royal Dutch Shell, dirigente de la Comunidad Energética del Foro Económico Mundial 2007-2008

fuente: eluniversal.com.mx

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