A pesar de que la publicación de la Ley de Promoción y Desarrollo de los Bioenergéticos permitirá expedir permisos para realizar actividades relacionadas con la producción, almacenamiento, transportación, distribución y comercialización de biocombustibles, el sindicato de Pemex e intereses corporativos como el de las organizaciones campesinas podrían significar un impedimento para el desarrollo de esta actividad en el país.
Manuel Molano, consultor del Instituto Mexicano para la Competitividad (Imco), añadió en entrevista, que con el esquema de protección que se tienen en México, las dos llamadas de entrar al mercado de energía, que serían oportunidades en hidrocarburos y precios bajos de azúcar, están totalmente cerradas debido al monopolio ejercido por Pemex y la protección al esquema azucarero.
"Cuando las leyes tratan de generara restricciones para que las cosas operen de manera correcta y adecuada, se acaba generando consecuencias no deseadas a partir de esas leyes, yo creo que en eso estamos acabando con la Ley de Biocombustibles y la de Promoción de Bioenergéticos."
Consideró que el esquema que pretenden diseñar para la producción de etano, donde se tiene un único vendedor de materia prima que son los cañeros y un único comprador en este caso Petróleos Mexicanos (Pemex), no permite definir el equilibrio dentro de ese tipo de monopolios bilaterales; sin embargo, es mucho más susceptible de captura por parte de los grupos políticos a la paraestatal que a las organizaciones rurales.
Sobreprecio
"Seguramente lo que va a venir sucediendo es que Pemex va a acabar pagando un sobreprecio por estos bioenergéticos, sin que necesariamente esté justificado, y eso va a hacer que como tenemos el azúcar más cara del mundo y una energía cara en el país, también tendremos bioenergéticos caros."
Para el investigador, México tiene grandes posibilidades de ser competitivo en producción de bioenergía, ejecutando programas que permitan aumentar la productividad por hectárea y disminuir su costo de producción de todas las biomasas para biocombustibles.
Consideró que más que con maíz, el país le debe apostar a la producción con caña, ya que el balance energético utilizando granos podría ser negativo; sin embargo, con la gramínea el balance sería de ocho a uno y permitiría la producción de hasta 90 litros de etanol por tonelada de vara, siempre y cuando se logren tener ingenios como los de Brasil, que además de estar integrados, son eficientes y con un campo mecanizado.
Manuel Molano insistió en que la falta de programas como los de la industria de biocombustibles de Brasil, no permiten juntar el mercado de caña con el de azúcar para lograr una organización industrial adecuada, donde los cañeros puedan ser accionistas del ingenio y los industriales de la parte agrícola, para que todos los actores estén concentrados en producir azúcar o etanol al más bajo costo posible.
"Aquí es al revés: una parte esta concentrada en vender caña al precio más alto posible y la otra en vender azúcar con el mismo objetivo. Tendríamos que meter a esta agroindustria en una lógica de reducción de costos, y eso se lograría si se puede hacer a los industriales socios de la parte agrícola y a los agricultores socios de la parte industrial."
Finalmente se pronunció por buscar los mecanismos necesarios para dar certidumbre a las inversiones en el campo, ya que los inversionistas nacionales y extranjeros prefieren invertir en otros países y otros sectores donde tienen aseguradas sus inversiones. (Con información de El Financiero/APB)
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